sábado, 20 de agosto de 2011

Capítulo 4: Confesiones inesperadas


Era 29 de mayo y se cumplía un año desde que Bárbara abrió este lugar para nosotros, así que el ambiente estaba más feliz que de costumbre.
Ese día desperté antes que Rose comenzara a cantar, y eso que ella tomaba su guitarra muy temprano. Media hora después escuché los primeros acordes y me dí cuenta que era “San Francisco“#. Siempre la tocaba, de seguro era su favorita, inclusive ya me la había aprendido. Estaba todo calmado, nadie aún despertaba y me fui al patio delantero comiendo unos dulces, sintiéndome de manera extraña no se por qué y apoyándome suavemente sobre la pared poniendo un pie sobre ella. Apenas sentía la melodía de la canción, la voz de Rose se perdió.
De pronto vi como dos personas hablaban y me senté al lado izquierdo de la puerta, mirando a la pared en la que estaba apoyada antes, en una especie de roca, para poder ver con mas tranquilidad quien era.
— ¿Ves que llegamos? No nos perdimos y ni siquiera tuvimos que preguntar. — dijo una voz femenina dulce, pero algo ronca.
— ¿Quién iba a querer responderte algo a esta hora? No ves que no hay nadie por ningún lado y es difícil que nos abran la puerta. Insisto, deberíamos volver a casa, allá estábamos bien. — dijo una voz de hombre que solo parecía quejarse por todo.
— ¿En ese lugar estábamos bien? No bromees, niño, esa no era vida para nadie, ni siquiera parecía casa. No molestes y camina, que Frank dijo que nos estaría esperando afuera.
  Las voces se oían cada vez mas cerca, hasta que los vi pasar, cuando siento que alguien sale de golpe de la casa, creo que ni me notó y abre con dificultad la puerta delantera.
— ¡Ruth! — gritó muy fuerte.
— ¡Frank! — respondió la mujer.
  La verdad yo apenas conocía a Frank, ya que el era el que conseguía droga para los chicos y cuando estaba, pasaba con un chico que jamás sale, no se por qué o por lo menos eso dice Rita y se que es el hermano de Rose. He hablado con el un par de veces y es muy amable, muy dulce y sobre todo muy guapo. Pasaron como dos minutos y entraron en silencio, ignorándome, como todo el mundo.
Estaba tan cómoda que ni quise levantarme, pero la curiosidad fue mas fuerte y quise ir a saber quienes eran los nuevos; hace tiempo no llegaba gente nueva y ni siquiera los vi bien. Para no parecer tan intrusa me metí por adentro de la casa, pero me encontré de frente con los nuevos.
— Mira, Jimi, una chica para ti. — No se por qué la mujer hizo que me avergonzara.
— No fastidies, mi único amor es la música. — dijo sacando su armónica y se la enseñó a su madre como burlándose.
— Claro, ¿y “ella“?— apuntó con la mirada al patio y el chico iba a responder pero no supo que decir.
  La mujer era mucho mas alta que yo, el cabello rojizo, tenía pecas pero casi no se notaban, la piel muy clara; tendría un poco más de 30 años, pero aún era una mujer muy hermosa, tanto que me hizo sentir horrible. El chico vestía con un abrigo aparentemente de piel, su rostro era moreno, sus ojos extraños y su sonrisa familiar, lo que me hizo mirarlo detenidamente.
— Le gustaste. — dijo la mujer que soltó una carcajada.
— Déjala en paz, mamá. — dirigiendo su mirada hacia mi — ¿y tu no sabes hablar, chica?.—
— Si se hablar. — no se por qué me molestó que dijera eso.
— Ya me di cuenta, voy a ver a Rose, loca Ruth.—
— ¡No me llames así! — gritó ella. — perdónalo, no quería venir aquí. —
— No importa... Mejor me voy — dije despacio
— ¿Y cuál es tu nombre? El mío, Ruth.—
— Me llamo... Mary. — y me fui.
  Las personas apenas comenzaban a despertar a esa hora, yo estaba aburrida y me acosté de nuevo, cuando desperté otra vez, era cerca del medio día y todos estaban en el patio haciendo no se qué. Salí y me encontré con Prudence.
— Es muy tarde...— me dijo
— Lo se, lo se...— bostecé y me tomé la cabeza porque me dolía — ¿qué hacen todos en el patio?
— Jim está cantando con Rose, creo que se gustan — rió con malicia.
— No creo...— lo dije no se por qué y me asomé a la ventana.
— Bueno, ¿vienes o te quedarás como tonta mirando por la ventana? —
— Tonta serás tu, quédate aquí conmigo, no seas mala, estoy un poco enferma —
— Claro, de la cabeza...— se rió — Quédate sola... Tengo que... Nada...—
  Me apoyé en la ventana cantando en voz baja la canción que tocaba Jim con la armónica, Rose cantaba y Rita tocaba en la guitarra. ¿Cómo no reconocer una de mis canciones favoritas? Era “Blowin’ in the wind“# y yo estaba al borde de las lágrimas, ya que esa canción me emocionaba mucho y Rose cantaba tan bonito. Cerré mis ojos y me di cuenta de la manera en que la música se introducía por cada espacio de mi piel, apoyando mi cabeza sobre el marco de la ventana que era tan alto como yo.
  De un momento a otro vi como Jimmy me miraba tan dulcemente, se puso de pie y me sonreía, mientras se dirigía hacia mi y con la mirada hizo un gesto como de que lo siguiera, y yo, tan obediente, cerré la puerta tras nosotros cuando llegamos a su habitación. La claridad entraba por un tragaluz que estaba en el techo y hacía que sus dientes tras sus labios bellos brillaran como las estrellas, estaba hipnotizada bajo su belleza.
No me di cuenta cuando mi oído podía sentir el sonido de su corazón y yo me hallaba disfrutando de ese momento mágico bajo sus brazos; se inclina para besarme, pero se dirige a mi cuello y lo toca con un tierno beso. Cierro los ojos y él habla con una voz muy baja.
— Me encantas desde la primera vez en que la loca Ruth me molestó contigo. Ahora me doy cuenta de que tu eras la señal para olvidar a Rose. —
— ¿Qué tiene que ver ella en todo esto? — dije preocupada.
— Mary, hey, Mary, te dolerá el cuello si sigues así. — me dijo una voz femenina muy tierna.
— Ah, claro. — dije y vi que era Rose y tomaba de la mano a Jim. Si, era todo un sueño y lo peor es que vi como se reía de mi, ya que me quedé dormida de pie. Si supiera que había estado soñando con él. No debe saberlo, es mejor.
Me estiré y mi cuello estaba realmente muy torcido, me dolía montones y me tiré contra la cama sin importar nada y allí quedé por un rato; no sabía por qué esos día había tenido tanto sueño. Vi con los ojos apenas abiertos como Frank entró a la pieza y me dirigió una mirada muy extraña; tenía unos ojos muy preciosos y brillaban mucho. Se acercó a mi y cuando iba a poner sus labios cerca de mi oído, desperté.
— Perdón si te asusté, Mary. — y vi sobre mi sus labios sonriendo.
— No pasa nada, mejor sales de aquí.-
— Tenemos que salir, todos vamos, Bárbara consiguió otro bus más grande y vamos a ir a la Playa Norte#. Ruth dijo que era lindo y como hoy es un día especial la iremos a pasar allá. Ponte de pie, ya todos están saliendo. — me tendió la mano gentilmente y yo con dificultad me puse de pie, aunque casi me caigo porque estaba muy mareada.
— ¿Qué te sucede? ¿estás bien? —
— Si, ya voy, es solo que me duele mucho la cabeza. — y le sonreí.
— Muy bien, si quieres puedo llevarte del brazo para que no te caigas o si..—
— Yo quiero ir. — y me sonrojé mucho porque la presencia de Frank me ponía nerviosa.
Era un chico mucho más alto que yo, el cabello color café bajo las orejas, la piel demasiado blanca, unos ojos también café que siempre brillaban, no se si porque eran así o por las drogas, y unos labios perfectos que parecían hechos de dulce. Tenía una voz muy linda, profunda y era muy galante aunque no lo quisiera.
Cuando salimos juntos me di cuenta de que Ruth me miró y le dijo algo a Jim, que no se separaba de Rose. Lucy y Rita también se secretearon y se rieron y los otros ya estaban en el bus. Haight-ashbury era tan lindo, y nuestra casa la mas diferente, hasta parecía como un portal a otro lugar o algo así.
Todos iban felices y yo me senté junto a Prudence que llevaba a George, que dormía tranquilo.
— Yo me sentaré allá. — dijo Frank, apuntando al último asiento — si quiere algo me llamas. —
— Bueno. — dije mientras Prudence tosió.
— ¿Qué pasó, Prudence, estás enferma? — dije con sarcasmo.
— Si, la “enfermedad” que me contagiaste tu. —
— Hey, yo si estoy enferma. — me molesté un poco. — no creas que es para coquetearle a Frank, por Dios. —
— Todos dicen eso, pero yo no lo creo, se te nota en la cara que estás enferma... De amor por Frank...— se rió con malicia.
— No seas así, sabes que no es verdad, que a mi me gusta Jim. — abrí los ojos como diciendo “no debí haber dicho eso”, además ni me gusta.
Por los asiento que estaban atrás aparecieron las cabezas de Lucy y Rita que me miraron y rieron.
— Lo sabíamos — dijeron al mismo tiempo y chocaron las palmas.
— Era broma, yo no ando pensando en hombres todo el tiempo, además... No... Apenas llegó hoy, y aunque no puedo negar que es demasiado lindo, no podría... Y con Frank apenas he hablado un par de veces y hoy ha sido bueno conmigo. — dije intentando cambiar el tema. — mejor duermo...—
Rieron y yo se que no me creyeron, se pusieron a cantar “she loves you“# mirando a  Jim, pero como siempre, el estaba pegado a Rose y ni les hizo caso. Me dio tanta risa que no pude resistirlo.
— ¿Ves que era verdad, querida Rita? — se sonrojó cuando Lucy le dijo eso.
— No me molesten ya, quiero dormir. —  y me puse la manta de George de forma que me cubriera los oídos y con el dolor de cabeza me dormí al poco tiempo, perdiendo las voces y ruidos del ambiente de a poco.
La verdad es que ni supe cuando llegamos, ni en cuanto tiempo, ya que caí en un sueño tan profundo que solo desperté cuando Frank me despertó suavemente.
— ¿vamos o quieres quedarte? Ya todos se han ido a caminar por allí y tu te quedas aquí. —
No dije ni una palabra pero me puse de pie y bien firme de su brazo bajamos, me acarició la cabeza como a su hermanita. Caminamos un rato, cuando nos metimos en un callejón en el que vimos a Jim y a Rose en el otro extremo muy juntos.
— Prudence tenía razón, se gustan...— dije con voz suave y bajé la mirada.
— Claro que no, Jim es quién la sigue, a ella le gusta Roger. De eso puedo estar seguro, es mi hermana, la conozco. —
Lo dijo con tanta seguridad, pero esa coquetería que había entre ellos hasta un ciego podía ver y sentir. Fue muy agradable conmigo hasta que nos encontramos a Ruth fumando en un banco.
— Sentémonos con Ruth — me dijo
— Hola Ruth, ¿qué pasa?.— le dije cuando ya estábamos junto a ella y notando que tenía lágrimas en sus ojos.
— Éste lugar es tan hermoso, pero me trae tantos malos recuerdos que me duele.—
Frank me soltó de inmediato y la abrazó con ese cariño que en miradas se demostraban.
— Creo que mejor... Buscamos a los otros. Ya es tarde y mira como te pusiste, Ruth.—
— No hagas eso, mejor ve a darte una vuelta, no quiero verte, tu sabes ¿no?.— y sonrió de mala manera.
Frankie se fue y yo quedé confundida, mientras Ruth se acerca a mi y comienza a hablarme.
— ¿Te gusta Frankie, verdad? Hoy todos lo han dicho, pero se que es algo que no sucede de un día para otro... Pero con Frank es difícil no caer. —
— No me gusta... No podría, o no se la verdad... Solo hoy hemos hablado seriamente...—
— ¿o es por mi hi...?—
No alcanzó a responder cuando yo dije: “NO”
— Pero si no es feo, y créeme, querer a Frank no es nada agradable...—
— ¡y a Jim tampoco! — se me salió.
— Claro que lo es, lo conozco tanto, es mi hijo...—
— Es un mujeriego y eso tarde o temprano te termina doliendo. Mira, yo llegué hoy y no quiero parecer celosa ni nada, pero vi que eres una buena niña y pues... Yo se por qué lo digo. Me agradaste, niñita. — apareció Rita con Lucy de su brazo.
— Ya vamos, todos están en el bus y solo faltan ustedes, Rose, Frank y Jim. ¿no los han visto? — dijo Rita sonriendo como nunca. — Yo creo que quizás ya llegaron. ¡Vamos!.—
Me dio mucha risa cuando llegamos al bus, ya que Rita se puso a bailar y cantar “she loves you” y Lucy decía “yeah, yeah, yeah, yeah...”, hasta que apareció Rose sola, con los ojos llorosos y Jim junto con Frank llegaron hablando de lo mas normal.
Creo que fue un día maravilloso. Había algo que no podía negar, me gustaba Jim desde la primera vez que lo vi y el parecía enamorado hasta los pies de Rose; creo que jamás me habían importado los hombres hasta ese día.
— Toma — dijo Frankie entregándome una libreta con un lápiz. — supe que te gusta escribir y te lo traje. —
— ¡Muchas gracias! — y lo abracé muy fuerte, y vi la mirada de Prudence frente a mi.
Nos fuimos abrazados todo el camino, a pesar de que Rita y Lucy dijeron que querían hablar conmigo, pero estaba viviendo un sueño junto a el y a pesar de todo no quería despertar, por mas que me doliera a futuro como me dijo Ruth. Me quedé dormida en el camino, como estaba enferma, y los rumores seguían, eso que había sido un solo día en que habíamos estado más juntos, el único día que habíamos estado más cerca que nunca, apenas una vez lo había hablado hace tiempo.
Llegamos al fin a la casa, yo me bajé de prisa mientras Rita y Lucy, que habían estado tan chistositas ese día, me agarraron una de cada brazo y me llevaron al patio trasero, alejándome de Frank, que también quería hablar conmigo. Me sentaron en el suelo y se pararon frente a mi paseándose como detectives.
— Muy bien, pequeña Mary ¿Qué pasa con Frankie? ¿te gusta?.— dijo Rita levantando una ceja muy graciosamente.
— Dinos, ya lo sabemos todo. — dijo Lucy con un tono que no pude evitar la risa.
— Mejor díganme por qué han andado tan graciosas hoy. — les dije cambiando el tema.
— No nos cambies el tema. — se sentaron junto a mi. — ¡ya dinos!. Yo jamás los había visto juntos y hoy han estado muy unidos. Creo que tienen una unión libre...—
— No, solo somos amigos y el ha sido muy bueno conmigo como he estado enferma..—
— De la cabeza, dirás. —
— Ya me han dicho esa broma, no seas fome y dejen de preguntar que yo no estoy ni ahí con Frankie, nada que ver...— y puse mi cara más seria que pude.
Estaban nerviosas, lo se, algo me querían decir; después de un palabrerío sin sentido me dijeron.
— Bueno Mary, Lucy ha dicho que me quiere y que desea estar junto a mi...— me dijo Rita y sus ojos brillaban tan lindo.
— Pero, a ver, tu no eres homosexual Lucy...—
— Pero no sabes que siento ahora. Rita ha sido tan buena, tan encantadora y pues me gusta mucho... Jamás pensé decirlo algún día pero ya pasó y somos felices...— otra que los ojos le brillaban.
 — Ok, no quiero...— dije.
— No habrán lágrimas ni sufrimientos, lo juramos...— dijeron al mismo tiempo.
Las abracé muy feliz por ellas, y se fueron por allí para dejarme sola con Frank que quería hablar conmigo. Me ofreció un cigarrillo, yo acepté pero le dije que no sabía fumar.
— ¿Cómo? ¿nunca haz fumado? —
— La verdad no, y pues...— le sonreí.
Tomó mi mano y me puso el cigarrillo en la boca, y me indicó la manera exacta que debía fumar.
— ¿No es marihuana, verdad? —
— No desconfíes, aunque si quieres, tengo aquí en el bolsillo. —
— No bromees, no quiero, no le hago a eso... Mejor me voy a dormir, que me dio sueño, además estoy un poco enferma...—
— Cuídate. — dijo. — duerme bien y apaga el cigarrillo, no vayas a incendiar la casa. —
— Que tonto eres. — dije mirando hacia donde el estaba y me adentré en la casa.
Estaban todos durmiendo en la habitación, Prudence y George dormían la cama de Lucy, mientras que Rita y Lucy dormían en mi cama, así que me metí al medio de ellas para molestarlas, pero estaban tan profundamente dormidas que ni cuenta se dieron.
Tantas cosas en un día y más encima esta enfermedad tonta que me dio me dejaron rendida. Lo mejor era dormir y descansar, mañana será otro día.

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